Una diferencia entre las personas que tienen éxito y las que no, radica en que las primeras lograron vencer su miedo al reconocimiento, mientras las segundas no tuvieron la capacidad de sobreponerse a ese miedo, manteniéndose inamovibles y sin reaccionar frente a la oportunidad que se les estaba presentando.
Ante algunas situaciones favorables y estando cerca de lograr los objetivos planeados, los seres humanos sienten un temor paralizante y un miedo a esta grandeza y al éxito. Aquí aparece el Complejo de Jonás.
Esta conducta evita destacar por encima de los demás, se prefiere seguir la corriente para estar a salvo de las envidias que desencadena sobresalir miedo de no estar a la altura. También lleva a estar incómodo con el reconocimiento de los logros conseguidos.
Este complejo puede estar causado por:
– Timidez: mostrar nuestras capacidades implica llamar la atención de los otros
– Culpabilidad: algunas personas piensan que no merecen el éxito y alcanzarlo les haría sentirse mal
– Conformismo: quedarnos anclados en lo previsible y conocido evita estrés y ansiedad.
Según la Biblia, Dios asignó a Jonás la responsabilidad de llevar su palabra a la ciudad de Nínive. Ante tamaña misión, Jonás entró en pánico y quiso escapar poniendo rumbo en sentido contrario, pero Dios lanzó una gran tormenta sobre el barco en el que huía.
Para aplacar su ira, sus compañeros de navío tiraron al mar a Jonás que fue tragado por una ballena. Allí dentro pasó tres días en los que reflexionó y se preparó para asumir su gran responsabilidad. Una vez listo, la ballena lo vomitó y dio comienzo a su tarea.
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