La Ley de Falkland establece que: «cuando no es necesario tomar una decisión, es necesario no tomarla».
Es decir, si no tienes que tomar una decisión sobre algo, no la tomes.
Muchas decisiones que creemos urgentes no lo son en realidad. Posponer ciertas decisiones, y no precipitarnos, puede llevarnos a elegir con más claridad y menos presión.
A veces es mejor esperar y entender que no hay que acelerarse.
Si sabes diferenciar entre lo importante y lo secundario, no perderás el tiempo en cosas que no merecen la pena, tomarás decisiones con la oportuna reflexión, manejando la información necesaria para no caer en errores o precipitaciones. Cuanta mayor información, mayor comprensión del asunto antes de tomar una decisión.
La paciencia es la clave de la ley de Falkland: no apresurarnos nos permite considerar opciones, alternativas y consecuencias lo que conlleva decisiones más acertadas y satisfactorias que reducen al máximo la probabilidad de sentir culpabilidad o posterior arrepentimiento y mejora nuestro bienestar emocional. La paciencia está relacionada con una mejor salud mental y física, con un menor estrés, ansiedad y depresión.
No podemos estar en todo todo el rato: entender esto, nos liberará de sentir ansiedad innecesariamente, al ahorrar energía mental para implicarnos en asuntos verdaderamente importantes
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Pic by Justin Metz