Es el que no está disponible para su equipo cuando se le necesita. El que no está ni se le espera.
El que no está cerca o es difícil localizar, el que no da indicaciones claras de lo que debe hacerse, el que no reconoce los logros de los empleados pero disfruta de todos los privilegios de estar al mando.
Sin toda la dedicación e implicación que debería tener, los trabajadores no saben lo que se espera de ellos, se rompe la cohesión de equipo, disminuye la productividad y los empleados acaban quemados y con síntomas de estrés.
El informe «Optimal Hours with the Boss» llevado a cabo por Leadership IQ, establece en 6 horas semanales el tiempo óptimo de interacción entre un colaborador y su jefe. Según estudios, la media no llega 3 horas a la semana:
· los empleados que interactúan 6 horas/semana con su jefe están un 29% más inspirados, un 30% más comprometidos, son un 16% más innovadores y están un 15% más motivados que los que sólo pasan 1 hora a la semana con su jefe
· los ejecutivos alcanzan sus niveles más altos de inspiración cuando pasan entre 7-8 horas/semana interactuando con su líder
· los mandos intermedios sienten sus niveles más altos de inspiración cuando pasan entre 9-10 horas a la semana interactuando con su líder.
Tomando la parte positiva, los buenos equipos de profesionales son capaces de trabajar bajo autogestión; los clásicos sistemas de jerarquía, en los que la figura del jefe hacía las veces de administrador y gerente, comienzan a quedar desfasados. Esa responsabilidad es la característica principal de los nuevos equipos en los que el alto grado de compromiso permite a sus integrantes trabajar sin depender de la presencia de un jefe.
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