Mosquita muerta, según la Real Academia de la Lengua: persona mansa o inocente en apariencia, pero que actúa con malicia y de forma interesada.
Según el refranero español: de las aguas mansas líbrame Señor, que de las bravas me libro yo.
El perfil psicológico de las personas llamadas “mosquitas muertas” sería el de alguien meticuloso, cuidadoso, rencoroso y resentido, con dobleces en su comportamiento y vida diaria y con planes de actuación preconcebidos e impredecibles.
Pueden haber nacido así o se van construyendo a lo largo de la vida, por haber sufrido maltrato o rechazo; se aplica tanto en hombres como en mujeres y generalmente no se corresponde con el primero ni el último de los hijos, se da en hermanos intermedios. Buscan permanentemente la aprobación.
Se muestran como víctimas y no reaccionan de forma inmediata a las agresiones directas o verbales sino que esperan para responder con posterioridad e incluso buscando apoyo, por eso son muy peligrosas.
Utilizan un lenguaje ambiguo, de tal manera que cuesta distinguir si lo que dicen es cierto o están fingiendo, mensajes indirectos continuos y frases grandiosas y sublimes.
Este tipo de personas aparecen dentro de una familia o lugar determinado, centro de trabajo o en una organización social o política.
Son de perfil bajo, pero cuando tienen que avasallar lo hacen de manera impulsiva y desenfrenada. Un caso claro son los políticos, que para llegar al poder se manifiestan inicialmente como humildes y solidarios hasta lograr su objetivo. También aparecen en empresas con grandes intereses y en los empleados que ambicionan alcanzar ciertas metas.
La mosquita muerta ejerce la agresividad de modo pasivo, por ejemplo cuando hacen una crítica constructiva que hace daño, disimulan diciendo: “no había intención de dañar, era por su bien”.
Se trata de una forma pasiva de agresividad, indirecta; un modo de mostrar agresividad sin exponerse directamente, escondidos tras la ironía o la negación del malestar de la “víctima”.
– La mosquita muerta que nunca ha roto un plato, tiene un saco de odio debajo del refajo (Gloria Fuertes)
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