En una entrevista de trabajo, debe primar la sinceridad y la honestidad por encima de todo, aunque no hay que confundir la sinceridad con el sincericidio, conceptos diferentes que hay que saber distinguir.
En una entrevista, como en cualquier otro encuentro entre personas, hay cosas que se dicen, cosas que se callan, silencios que hablan y palabras huecas.
Nunca hay que mentir en una entrevista de trabajo (te delatará tu lenguaje no verbal, la dirección de tu mirada o la respuesta en una pregunta posterior), sin embargo la realidad es poliédrica y conviene mostrar la cara que más nos interesa o no exponer la cara que nos perjudica. Piensa en un cubo de Rubik: muestro la cara del cubo que necesito en cada momento, formando todas ellas parte de la misma figura.
El sincericida no tiene filtros, no sabe escoger el momento, actúa por impulsos, no mide el impacto de sus palabras y suele ser agresivo al comunicar.
Si estás en búsqueda activa de empleo porque en tu empresa actual consideras que hay un clima laboral tóxico, no te llevas bien con tu jefe, no encajas en el equipo de trabajo o has tenido una discusión fuerte con un compañero, ante la pregunta: “por qué quieres cambiar de empresa”, ¿qué responderías?
O qué responderías a la pregunta: “¿qué aspectos de tu personalidad crees que no encajarían en esta empresa?”
¿Vas a ser totalmente sincero cuando te pregunten por tus puntos débiles o defectos?
Una entrevista es una situación reflexiva, no impulsiva, donde tras la pregunta del reclutador debes tomarte dos segundos para pensar qué debes responder en función de tus intereses y no tirar piedras sobre tu propio tejado.
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