El desempleo genera un fuerte impacto en la vida y bienestar de las personas. Junto a los efectos socioeconómicos que acarrea, la principal consecuencia es el deterioro de la salud mental y emocional de los individuos.
Aunque la respuesta emocional ante los problemas de desempleo varía según la edad, clase social, responsabilidades económicas y personalidad, es muy importante tener en cuenta que estos efectos no se presentan de manera inmediata ni al mismo tiempo en cada uno de nosotros, por eso hay que pedir ayuda cuanto antes.
En términos generales, un ciudadano promedio, que depende de su trabajo para subsistir, padece de:
– Sentimiento de fracaso: de haber fallado, de incapacidad personal, de autoculpabilización y autoreproche, generando menoscabo de su autoestima
– Pérdida de motivación y desesperanza: sobre todo si, tras un tiempo, la situación no cambia; la pérdida de expectativas nos lleva a la falta de metas y comenzamos a creer que el mal está dentro de nosotros
– Vergüenza: se manifiesta al reconocer la situación de desempleo ante otras personas, viéndonos a través de la mirada y la opinión del otro
– Aislamiento: la ruptura de la rutina diaria reduce las oportunidades de relación interpersonal, generándose la percepción de estar fuera de la rueda de la vida, desembocando esto en un deterioro de las relaciones familiares y sociales.
Si bien el trabajo es lo menos importante de las cosas importantes de la vida, el hecho de perderlo se vive como una tragedia. Una experiencia de la que se aprende mucho pero que nunca deberíamos vivenciar.
Recuerda, esta situación no es culpa tuya.
desempleo perdidadetrabajo motivacion autoestima rrhh trabajo noestuculpa etomography
Pic by Iyi Bu