EL SINDROME DE SISIFO O LA RELACIÓN INSANA CON EL TRABAJO

por | 19 Mar, 2025 | 0 Comentarios

Es el síndrome que padecen los trabajadores que no pueden desconectarse de sus tareas, incluso en los días de descanso.

La sisifemia, es un trastorno laboral caracterizado por la sensación de realizar tareas interminables y sin propósito, donde los empleados se ven obligados a esforzarse cada vez, más sin recibir ningún tipo de recompensa.

Su aparición está relacionada con:

· Monotonía: cuando las tareas se vuelven repetitivas y recurrentes, es probable que el empleado pierda el interés en su trabajo
· Falta de reconocimiento: sentirse poco valorado incrementa la sensación de inutilidad
· Escasa proyección profesional: la falta de oportunidades de crecimiento o desarrollo resulta desmotivadora
· Desconexión con los objetivos de la empresa: al no sentirse alineados con la misión y las metas de la organización, los empleados pueden percibir su trabajo como irrelevante

El síndrome viene provocado por un nivel alto de autoexigencia, compromiso obsesivo, tendencia al perfeccionismo e imposición de altos objetivos y logros.

Las consecuencias psicológicas son: estrés crónico, cansancio patológico, ansiedad y depresión.

Sísifo, primer rey de Corinto, no dudaba en utilizar la violencia ni el engaño para mantenerse en el poder y afianzarse ante sus adversarios. Pero tuvo la desgracia de imponer su voluntad infringiendo las normas que Zeus aplicaba a los mortales, por lo que fue castigado a empujar una gran piedra redonda desde la base de una montaña hasta su cima para, una vez allí, ver cómo ésta caía rodando de nuevo hasta el punto de partida, eternamente.
Su pena no se basaba en el dolor físico, sino en el hecho de experimentar de primera mano el sinsentido.

El mito de Sísifo es interpretado como una metáfora laboral: el trabajo obligado nos esclaviza y nos convierte en seres infelices. Lo trágico de este mito es cuando somos conscientes de lo absurdo que significa vivir esclavizado a un trabajo que hacemos sin ilusión.
El obrero trabaja, todos los días de su vida, en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo.
Lo rutinario acaba convirtiéndonos en seres melancólicos y desmotivados, como si estuviéramos atrapados en un mundo sin horizontes, del que no pudiéramos salir.

Los dioses pensaron, con cierta razón, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza.

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