“Una manzana podrida pronto infecta a su vecina” es un dicho registrado por primera vez en 1340.
En el ámbito laboral, la manzana podrida se refiere a ese empleado difícil que de manera habitual exhibe comportamientos que afectan negativamente al ambiente laboral y la productividad del equipo, es alguien que no se comporta de manera profesional en su trabajo y que su conducta es desagradable y perjudicial para la empresa.
Suelen tener bajo rendimiento y mala actitud y socavan la autoridad de sus responsables, lo cual supone un desafío tanto para sus jefes como para Recursos Humanos.
Un empleado difícil puede ser el causante de un clima laboral tóxico y un clima tóxico se extiende como una mancha de aceite que repercute en la satisfacción laboral, en la motivación, en la productividad, en la rotación de personal, en la relación con los clientes, en las malas relaciones entre compañeros y en la reputación de la empresa.
¿Cómo distinguir a un empleado conflictivo?
Llegan tarde, se van pronto, no colaboran, no cumplen plazos, interrumpen, desprenden negatividad y pesimismo, buscan problemas a posibles soluciones, generan tensión, provocan anomalías en el desarrollo laboral, critican y difunden rumología de manera constante y tienen una personalidad nociva y desestabilizadora, cuando no acosadora e intimidatoria.
Mantener un empleado tóxico es caro, supone un gasto económico elevado, por lo que hay que actuar lo antes posible: además de una buena gestión de personas, es necesario utilizar herramientas preventivas, encuestas de satisfacción laboral y entrevistas personalizadas que ayuden a afrontar de manera apropiada estas situaciones. También es recomendable facilitar algún tipo de coaching personal.
Si ves una manzana en mal estado en el frutero, deshazte de ella lo antes posible. Salva a las demás manzanas de perecer antes de tiempo y no mezcles las frutas equivocadas a la hora de guardarlas en la nevera.
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