Si procrastinar consiste en postergar deliberadamente tareas importantes pendientes, a pesar de tener la oportunidad de llevarlas a cabo y conociendo las consecuencias negativas asociadas a la demora, precrastinar se basa en la urgencia de completar tareas de inmediato, a menudo sin considerar si es el momento más apropiado o eficiente para hacerlo, pudiendo tener esta acción gran impacto en la efectividad y el bienestar en el trabajo.
Precrastinar podría definirse como la obsesión de algunas personas que encuentran insoportable tener tareas pendientes, lo que supondría adelantarse en llevar a cabo un trabajo de manera rápida, sin haber hecho el análisis adecuado a fin de querer terminar de inmediato.
¿Qué hay detrás de esa urgencia? Inseguridad, necesidad de reconocimiento y problemas de ansiedad.
El precrastinador no es eficaz, confunde lo urgente con lo importante y acaba tomando decisiones apresuradas o realizando sacrificios innecesarios.
Fue David Rosenbaum, profesor de psicología de la Universidad de California, quien acuñó el término «precrastinación» en 1984 para referirse a esa necesidad de empezar una tarea inmediatamente y terminarla lo antes posible, aunque ello implicara un esfuerzo adicional.