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LA NAVAJA DE OCKHAM O EL PRINCIPIO DE SIMPLICIDAD

por | 12 Jul, 2024 | 0 Comentarios

“La solución más simple es la correcta”. A esta conclusión llegó en la Edad Media el pensador y fraile franciscano Guillermo de Ockham. Guiado por su modo de vida sencillo y austero, este hombre teorizó acerca de la simplicidad (se llama “navaja” porque afeita una gran cantidad de opciones, facilitando la toma de decisiones).

Este postulado se utiliza para explicar un fenómeno: si existen dos o más hipótesis, en igualdad de condiciones, lo más razonable es dar preferencia a la más simple.

Lo idóneo es elegir primero la solución más simple hasta tener razones fundamentadas para optar por una solución más compleja.

En la empresa pueden darse altos niveles de complejidad que, a su vez, desemboquen en algún tipo de problema. Para poder evitarlos, la simplicidad y el sentido común se erigen como los principales aliados.

Actuar a través de ellos puede suponer diferentes beneficios como una mayor concentración y atención sobre lo que se está haciendo. Trabajando desde la perspectiva correcta, además, se consigue un aumento de la productividad y de la eficacia.

La simplicidad también supone una mayor claridad en el control de la planificación y de la gestión de las tareas, lo que conlleva una mayor tranquilidad y sosiego para el negocio. La sencillez se considera sinónimo de elegancia y puede extenderse incluso a la imagen corporativa.

En la búsqueda de talento, tal vez la solución más sencilla sería buscar dentro de la propia compañía y no complicarse con complejos procesos de selección buscando fuera, lo que no hemos sabido ver o valorar dentro.

No te compliques la vida innecesariamente. El camino más fácil suele ser el mejor camino y en ocasiones la primera impresión es la que cuenta.

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