En la década de los 40, el ingeniero aeroespacial Edward A. Murphy trabajaba en un proyecto de investigación en la Base de la Fuerza Aérea Edwards en California.
Involucrado en pruebas con equipos de alta velocidad y aceleración, en un momento dado comentó: “si algo puede salir mal, saldrá mal”. Y salió mal.
Este comentario dio lugar al término que describe situaciones en las que las cosas toman un giro inesperado y negativo. A lo largo del tiempo, la idea se ha convertido en un concepto que refleja la naturaleza impredecible de las circunstancias en diversos contextos.
Traducción de las leyes de Murphy en el ámbito laboral:
1.- Ley de la comunicación selectiva: los mensajes importantes a menudo son malinterpretados en proporción a su urgencia
2.- Ley de la procrastinación colectiva: cuanto más grande es un equipo, menor puede ser la eficiencia en la realización de tareas
3.- Ley de la memoria selectiva: recordamos más los errores que los éxitos pasados
4.- Ley de las reuniones infinitas: las reuniones tienden a expandirse para llenar el tiempo disponible, sin importar su importancia
5.- Ley de las expectativas irreales: cumplir todas las expectativas de quienes dirigen es difícil, si las expectativas no están bien definidas desde el inicio
6.- Ley de la carga de trabajo desigual: quienes no saben poner límites, y son altamente efectivos, recibirán más sobrecarga que quienes hacen lo justo y necesario
7.- Ley del silencio estratégico: la probabilidad de escuchar un rumor está relacionada con el interés que tengas en él y a la emoción que le pone quién lo propaga
8.- Ley de la Ley del mínimo esfuerzo: la complejidad de una tarea aumenta en función de la cantidad de esfuerzo necesaria para delegarla
9.- Ley de la tolerancia a la ambigüedad: cuantas más decisiones se deban tomar, mayor vaguedad habrá
10.- Ley del cambio permanente: la velocidad del cambio organizacional es directamente proporcional a la resistencia de los empleados.
En resumen, no hay tarea tan simple que no pueda salir mal.